domingo, 1 de mayo de 2011

RICARDO CLEMENT, EL HUMOR CON GRAVEDAD por Hugo Juarez






Nuestro amigo Ricardo Clement recibió en la ciudad medieval de Sintra, Portugal, un premio del World Press Cartoon. Un merecido reconocimiento a una de las múltiples facetas de este artista. Lo recuerdo desde la infancia, mientras todos nos divertíamos jugando futbol, a Ricardo (en su familia no existen los Clement) lo veía planear por horas sus fantasías en su restirador, en donde pintaba y dibujaba incansablemente. Buen amigo nos defendía de los gandallas, en alguna ocasión me salvó de alguna buena madriza. Se deleitaba leyendo Mad y jugando basquetbol. Así lo recuerdo en la Preparatoria 2, con ese buen humor a pesar de todo, como cuando una amiga quejumbrosa le dijo que su abuelita estaba enferma de gravedad, le contestó: - ¿Qué, no se puede caer? No se puede vivir sin humor, a pesar de la muerte misma. Fue en esta escuela, a sus 18 años, que tuvo su primera exposición. La preparatoria estaba orgullosa de tener un artista merodeando sus vidas, como la del maestro Urrutia, el clásico profesor pusilánime que sufrió una de las primeras caricaturas de Kato –así le decíamos, porque como todos en los ochenta quería ser Bruce Lee– , en donde el maestro sale en el salón de clase murmurando torpemente su soliloquio, mientras el grupo entero babea, ronca o vuela avioncitos. En 1985, como muchos jóvenes de nuestra generación, participa en el rescate de nuestra ciudad, luego del temblor que nos dejó a todos marcados. Es después de estudiar en La Esmeralda que comienza a publicar sus cartones en periódicos como El Día, La Jornada y el Universal, oficio periodístico que lo llevaría a trabajar como camarógrafo para la agencia Reuters en El Salvador, país al que llega en plena guerra civil y del que se enamoraría, adoptándolo como nuevo hogar. Es ahí, en el Pulgarcito de Centroamérica, que lo llegué a visitar. Recuerdo una noche en un zócalo vacío, sentados en su coche con unas cervezas mientras recordaba la plaza en una cruenta batalla de los días de la guerra, a lo que le menciono mi asombro por tantas personas inhabilitadas (sin piernas o brazos) por la ciudad. Dio un trago a su cerveza y me contestó: “las peores cicatrices se llevan en el alma”. Pero ha sido del dolor y la problemática cotidiana que Alecus –su nombre profesional– sabe moldear su arte, plasmado en caricaturas que llaman a la reflexión y que, justamente, ahora recibe este merecido reconocimiento. Enhorabuena. Gracias por ser nuestro amigo.

1 comentario:

Oxígeno dijo...

Hola.

Mi nombre es Marlon Rodríguez, soy periodista de Lima-Perú. Tuve la oportunidad de trabajar con Ricardo Clement y con un amigo salvadorño llamado Víctor Tovar. Ambos nos hicimos muy buenos amigos cuando cubríamos la crisis de lo rehenes en la residencia del embajador de Japón en mi país. Estuve años tratando de ubicarlos, pero al parecer uno de ellos ya no está. Te agradecería me puedas contactar con Ricardo y que bueno por lo del premio.

Este es mi cuenta de facebook: http://www.facebook.com/marlonrodriguez1973